Hay que estar “algo loco” para saltar en el aire con una moto y hacer piruetas sobre ella a doce metros de altura, pero “lo justo”. Lo cuenta André Villa, uno de los cinco mejores pilotos del mundo de Freestyle.
Su meta para esta temporada es ganar el Campeonato del Mundo y no va mal encaminado porque ya está entre los cinco mejores pilotos del panorama internacional, pero él mismo reconoce que “queda mucho por aprender”.
Pero, ¿cómo llega un piloto a darse cuenta de que puede hacer un giro de 360 grados sobre una moto en el aire, o soltar los pies de los estribos, o las manos del manillar, para hacer un superman o un tsunami? “Es una pasión muy grande y la moto es ya casi como una parte de mi cuerpo”, asegura, al tiempo que argumenta que “si te vuelves muy loco no acabas bien y si no arriesgas no llegas a nada”.
Desde 2001
Su padre y su tío fueron campeones de Supercross en Noruega y a André Villa se lo pusieron demasiado cerca. A los cuatro años tuvo su primera moto, en 1997 ganó su primer campeonato y en 2001 se metió en la “locura” del Freestyle.
“Tuve un problema en el cuello, me estresé mucho y sólo andaba con la moto de un lado a otro, pero probé con el Freestyle y me gustó porque transmite mucha más emoción”, señala.
En cuanto a la preparación, destaca que “en función de la competición”, se prepara de una manera u otra. En todo caso, procura “relajar y hacer cosas simples con la moto durante la última semana”, aunque los días anteriores “hay que practicar mucho y cuidarse con masajes y comiendo bien”.
Sobre la prueba de Ávila, en la que debutó este año, ha señalado que “el contexto es muy bueno” y quiere repetir en próximas ediciones.